El pasado lunes, 7 de agosto del 2023, falleció nuestro querido Julio Amador García Villa. Padrino, nació en la Habana el 14 de julio de 1961, de la unión matrimonial formada por Gilberto García y Adela Villa. Emigró a los Estados Unidos (EE. UU) en el 1980, en compañía de su adorada hermana Emérida (Mery), y su sobrino Michel, quien, posteriormente, se convirtió en el hijo que nunca podría tener.
En esta tierra de sueños y libertad obtuvo varios logros a lo largo de su vida. Recibió una educación y adquirió una carrera en el campo de salud. Aprendió inglés en busca de mejores oportunidades, lo que le trajo, consigo, varios logros en el plano laboral. Hizo lo que muchos no han podido: trabajar para el gobierno de los EE. UU y representar sus intereses económicos a través de la prestación de servicio al cliente y la auditoría de impuestos. Condecorado múltiples veces en sus evaluaciones de desempeño como agente bilingüe.
Sus mayores bendiciones fueron dadas en su vida personal, pues encontró el amor junto a Mauricio Acosta, su esposo y compañero de los últimos 30 años. Luego, a través de Michito, -como solo él decía-, tuvo la dicha de adquirir cuatro nietos preciosos, y en los últimos años, dios, le concedió cuatro preciosos bisnietos.
Julio era una persona muy espiritual, dedicado a su religión y ahijados y la usaba como guía personal, pero también para ayudar y consolar a todos aquellos que necesitaban de sus consejos o fé para superar momentos difíciles. Aunque era muy exigente, era admirado y respectado en el mundo religioso, no necesariamente por ser un mayor, sino, porque no hacía nada a medias, ni que no fuera para el bien y progreso de los demás. Cumplía con sus obligaciones santorales, y así entrenó, a la mayoría de sus ahijados también.
El farol de la fiesta: alegre, cantante y bailarín. No había fiesta que no animara o que no terminara cantando boleros al paso de las tumbadoras. Ni tampoco karaoke que se le escapara, pues cantar boleros era uno de sus grandes placeres. Sin embargo, su característica más notoria era la generosidad. En ocasiones sin limitación, tanto que ayudada a cualquier persona que acababa de conocer sin tan siquiera juzgarla o discriminarla. Era famoso por hacer nuevas amistades en el lugar más remoto, es decir, una tienda, una oficina, un mercado, etc. Capaz de abrirle las puertas de su casa, brindarle su comida e integrar a cualquiera a su círculo social; como si los conociera de toda la vida.
El mejor anfitrión de Dallas, quien, lograba reunir a las personas una vez al año con su celebración del 4 de octubre (la fiesta de Francisca). Este evento era sinónimo de abundancia, pues hacía comida para que todos cenaran y llevaran sin escatimar. Equivalente a regocijo y tradición, ya que traía siempre los mariachis y con ellos cantaba al menos una canción en honor a los demás. Uno de sus pasatiempos favoritos era cocinar platos tradicionales de la comida cubana, y de cierto modo, con ella promovía la cultura y congregaba gente de diferentes nacionalidades. Lo hacía para él, su familia y sus amigos, sus vecinos y sus compañeros de trabajo, quienes los veneraban por generoso y espontáneo.
Su partida ha sido precedida por algunos de sus seres queridos: Gilberto y Adela (sus padres), su segunda madre (Mery), sus hermanos Soraya y Pacho y su tía, Gumersinda. No obstante, su memoria sobrevive por aquellos que nos encargaremos de mantenerlo entre nosotros: Mauricio, su esposo; Michel y su esposa, Yanexy, conjuntamente con su exesposa, Frederica -quien fue considerada una hija más; sus nietos, London, Jacques, Emérida Micaella y Tre; sus bisnietos, Jazé, Harmoniee, King and Milani; por su queridísima prima, Martha, sus hijos Yen y Alejando, y los hijos de los mismos; por sus cuñados Orestes, Valía y Caridad; por sus sobrinos Addellassi, Raydel y Michel; así como por todos aquellos maravillosos ahijados y amigos a lo largo de su vida. ¡Que en paz descanses, padrino!
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